lunes, 10 de septiembre de 2018

“En la calma y la quietud encuentro paz”.

“En la calma y la quietud encuentro paz”.

Invocando a Isa, la diosa Ice, puedo abrir nuevamente este espacio de manifestación y desencadenancia. 



Este es un llamado al lector. Es un llamado desde la divinidad del universo, desde la conexión con la fuente, y la alineación de los puntos energéticos vitales de cada ser humano.
Transitamos sin retorno, vivimos segundos irrepetibles, y lo único certero, es este instante, este espacio, esta verdad. Con esta manifestación me libero, me despojo de las ataduras. Nace el día de hoy un super yo, desde mis entrañas, un super hombre que saca sus pies y manos. Se moviliza, abre mi corazón, mi pecho, lo expande, para poder salir, para poder volar, correr, avanzar lejos. Ágil, raudo como el viento, se potencia en el habla, se concreta en actos, se materializa en el hacer y crea, como un semi Dios, como un pequeño y gran Dios. 

Invoco a las fuerzas divinas, para que con su energía me iluminen y ayuden en el camino espiritual, me abro y me rindo ante ti oh Buda, oh Buda!.
El que habita dentro de ti, el que maneja las esferas de fuerzas de tu vida, el que recobra vida, renace desde las cenizas, se regenera, se inventa, se reinventa y deja atrás el pasado.

Calmas la ansiedad, respiras, dejas al tiempo ser, le das tiempo, lo permites, entiendes sus ciclos lunares. Entiendes tu vida, entiendes tu pasado y de ello te despojas, habitas el presente y te expandes hacia el futuro. Es importante mantener la quietud, la vista fija, la mente clara y fría. No te apegues al apego, no te encariñes con la piedra, simplemente suéltala y déjala ir, sácala de tu camino, verás que lo que viene más adelante no serán más piedras, si no que ese paisaje que siempre deseaste ver. Un paisaje llamado Islandia. Te expandes hacia el universo y en ese expandir te reencuentras, en la calma, en la quietud, en la paciencia, en la tolerancia, en el permitir, en la aceptación y contemplo mi realidad, me hago parte de ella, me enrraizo, me conecto, además, con lo supremo. Soy algo sagrado desde  el cielo hasta el infierno y viceversa. De esta manera proceso, me curo, me sano, contemplo, aprendo de mis errores, aprendo del pasado, de los traumas, de los dolores, los trasmuto y los convierto en aprendizaje, y hago de ello una experiencia en donde adquirí conocimiento y que me permite seguir con seguridad y firmeza ante la vida. De esta misma manera, se muy bien que debo dejar, de esta manera veo que me sirve, que no, me despojo de lo viejo y le doy valor a lo nuevo, que proviene de la transformación de lo viejo, en la medida en que reciclo, re invento, en  la medida en que hago nueva materialidad y dejo que dance con la realidad. Así me lo llevaré en la pureza de mi vida, de esa manera me despojo de lo que ya no me pertenece, me perdono, los perdono, perdono y acepto y permito todo. Por que todo es perfecto, por que tenía que suceder así. Disfruto de lo que tengo, disfruto del panorama actual, no lo juzgo, no hago juicios de valor, no lo catalogo de bueno o malo, simplemente lo dejo ser, que venga , que aparezca. Nuevamente repito: no lo juzgo. Lo dejo ser, viene a mi, lo observo, me concentro en él, luego, respiro y lo dejo ir, y así lo suelto, suelto lo que ya no necesita estar conmigo, se lleva todo lo poco favorable y lo contraproducente en mi vida, y vienen  a mi mejores realidades. Panorama actual favorable, en donde recibo propuestas, en donde me enriquezco y en donde crezco como persona. De esta manera, me libero de lo que no me sirve. Me tranquilizo. Analizo, pienso, respiro y me permito ser, me permito existir. 

Te seguiré con firmeza.
Paciente y tolerante,
tranquila y reflexiva. 
Me expando hacia ti, pequeño Dios supremo que habitas en mí,
permíteme adquirir tus habilidades en el presente,
resguardame en tu quietud, permíteme ser,
humildemente agradezco, humildemente recibo.






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