Soy un hombre promedio, al cual
nunca le importó mucho el qué pensarán sobre mí. Quizás antes de hablar de eso,
debería partir hablando de mi infancia. Nunca supe lo que era tener un padre,
ni una madre; fui criado por una tiránica abuela, la cual me enseñó a golpes lo
que era eso que llaman “cariño”, sus palabras de descalificación se traducían
en mi mente como la única forma de expresión que alguien tiene para educar, con
eso que llaman “amor”. Entonces para mí la violencia, el descrédito y las
palabras de reproche extrañamente significaban lo contrario de lo que las
personas entienden. Nunca supe lo que era sentarse a la mesa y comer todos
juntos, en familia. Debo agregar que vivía con mis primos y tíos los cuales
tampoco eran de sentir apego, entonces de esa forma fui creciendo en una
familia distante, sin celebrar navidades ni años nuevos, ello no significaban
nada para ellos, por ende automáticamente no significó nada para mí. Aunque no
lo crean así éramos y solo de esa forma descubrí que siempre debía ser una roca
y no dejarme doblegar por cursilerías ni lamentos ni tristezas, en la
alfabetización de mi mente no contemplaba apego alguno hacia nadie. Solo tenía
un compañero al cual estimaba de alguna forma, era un viejo y ciego perro que
vivía al lado de mi casa, él también estaba solo al igual que yo, solo vivía de
la comida que les dejaban los vecinos, ya que en la casa en donde subsistía no
habitaba nadie. Era solo una vieja casa abandonada, con un perro abandonado, el
cual aullaba de noche y yo lo escuchaba con una especie de lamento que
intentaba digerir de sus gemidos.
A los 16 años ya no quise seguir
estudiando, por ende abandoné la escuela, la cual nunca me dejó mucho, no
significaba nada para mí, al igual que mis compañeros. No conversaba con nadie,
ya que extrañamente no sentía nada por nadie, de esa misma forma mis compañeros
tomaron distancia hacia mí, y ya nada ni nadie me importaba. Malas notas, malas
relaciones, malos profesores, la mala educación, ello me llevó a emprender mi
rumbo lejos de todos ellos y lejos de mi desalentada familia.
Me fui hacia las montañas, lejos
del mundo de cemento que habita en bulliciosa ciudad, nada me apegaba a ella,
no existía ningún motivo por el cual debía quedarme. Así es que acá vivo, solo
entre este bosque, en donde solo los árboles y uno que otro animal que me
encuentro son mi compañía. Llámenme ermitaño,
solitario o lo que sea, pero de alguna u otra forma mas que buscar la felicidad
o algo parecido a ello, solo busco subsistir, sobrevivir.
Nada me mueve, ni los pájaros, ni la noche, ni los árboles,
Nunca voy a saber a qué sabían los besos de esa compañera de curso que
me invadía con sus miradas y que me acompañaba cerca de mi pupitre,
Nunca voy a entender la metafísica de la dicha del abrazo, o del beso de
un buen padre amado por su retoño,
Nunca voy a extrañar la sonrisa sarcástica de mi abuela al presenciar
mi actitud noble para con el perro abandonado que vivía al lado de mi casa,
quizás el único sentimiento noble de mi persona dirigido hacia un ser,
Nunca sabré qué fue de ese perro que me movía la cola y se entusiasmaba
al verme, quizás lo que me hacía acercarme a el, era eso que llamaban “afecto”
Soy una roca parlante, y nunca nadie ahondará en mí,
Nunca sabré quienes fueron mis padres ni la razón por la que me
dejaron, nadie nunca me dio una explicación de aquello, quizás porque nunca la
busqué,
…Llámenme vacío, distante, frío…
Nunca sentiré el viento desprendido del mar en mi cara, porque no
conozco el mar y no me concierne conocerlo,
Nunca sentiré júbilo alguno por alguna mariposa posándose sobre mí,
simplemente en mi lenguaje emocional no se traduce emoción alguna,
Nunca me afanaré a algo,
Mi alma está vacía,
La soledad mi fiel compañía,
No me ilumina tu mirada,
No me calienta tu voz,
Mi rostro se marca por ausencia de sonrisas,
Nunca sabré lo que es sentarse a la mesa con alguien a comer, porque
estoy solo y siempre lo estaré, y no importa,
Solo me importa (y como dije antes) sobrevivir,
Esperando que mi corazón deshabitado, como aquella casa del perro, deje
de latir, espero la muerte, y nada más.
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