Noble en mi ciudad, me remonto a un pasado existencial
nauseabundo
En la letanía de mis sueños me sumerjo sin tregua alguna,
Me lames en tus sesos
y se despiertan las ganas de corromper
Me satisface la lengua entreabierta de tus nítidos impactos
terrenales
Soportes en las sienes, relámpagos exorbitantes.
Lejanos pasos desaseados
Y gente estúpida que no deseo ver,
Idolatría hacia el humor humano
Idolatría hacia el ser viviente en la encrucijada tétrica de
los pantanos de los sueños
Golpes duros del corazón, mente entre abierta quejosa y quejumbrosa
Sé que me lees tú a mí, deseo tus ojos y deseo la paz
interior de la mente lejana serena
Que habita en tu árbol, que habita en la corteza rugosa.
Torpes radiales esconden relojes parlantes, mudos realmente,
torpes de las sienes, calambres inmóviles,
El odio me contamina, la serpiente Kundalini sube…
Me saboreo, vomito,
ingiero vómito y recuerdo tu voz, esa voz que ahora no deseo escuchar.
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